Adolf (Adidas) y Rudolf Dassler (Puma) crearon dos emporios de calzado deportivo y patrocinaron a las mejores estrellas del siglo XX. Se odiaban. Y ese odio se trasladó a hijos y nietos y, port supuersto, a la competencia comercial.
También la sede de ambos emporios de encuentran enclavadas en el mismo pueblo alemán, Herzogenaurach. Pero no sólo los hermanos se pelean por los botines, sino que, según contó la BBC, todo el pueblo está partido por el partidismo entre una y otra empresa.
Es una historia bastante loca porque en este pequeño pueblo, Herzogenaurach, un pueblo medieval de calles empedradas, tienen dos de las mayores empresas deportivas del mundo. "Una en cada lado del río que cruza en medio del poblado".
Hay muchos autores atraídos por la historia de Rudolf y Adolf Assler, los hermanos en disputa que querían hacer el primer zapato deportivo liviano pero duradero.
Es la historia del siglo XX. Dos
hermanos separados por la Segunda Guerra Mundial, dos hombres enfrentados por un sueño empresarial, la creación de las dos primeras (y grandes) marcas de material deportivo -Adidas y Puma-, el resurgir del movimiento olímpico, la guerra fría y el ascenso de un hombre, Horst Dassler, que maneja los hilos de la diplomacia al tiempo que pone las bases del marketing moderno. Después llegaría el triunfo de EE UU sobre Europa de la mano de los nuevos gigantes, Nike y Reebok, y la bancarrota y regeneración de las marcas históricas con una gestión más profesionalizada.
Tras la separación nacieron Adidas (por Adi-Dassler) y Puma, competición en la que siempre llevó ventaja la primera. 'Estaban obsesionados el uno por el otro. Hay indicios de que podían exagerar su rivalidad para ganar publicidad, pero el hecho es que les costó mucho dinero a ambos', señala Smit, en referencia a la escalada de primas que pagaban por que los mejores jugadores y equipos llevaran sus botas.
Pero descuidó los aspectos financieros, facilitando el ascenso de Nike y de Reebok. 'Si hubiera estado atento, podría haber acabado con Nike en sus inicios', apunta la autora. Paralelamente Puma, dirigida por el hijo de Rudolf, Armin, buscaba su sitio adaptando los diseños deportivos para la ropa de calle.
El libro relata los años más recientes de ambas compañías, en los que finalmente abandonaron las manos familiares. La edición en español cuenta además cómo el empresario León de Cos registró las dos marcas, de lo que obtuvo importantes beneficios. Y cómo Luis Izquierdo, el hombre de Adidas en España, 'estaba en todas partes. Pagaba rondas de cervezas a los cámaras para que enfocaran las botas de su marca cuando se lesionaba un jugador y cuando eran de Puma, miraran hacia otro lado'.